Nosotras, las hermanas Clarisas Franciscanas Misioneras del Santísimo Sacramento (CFMSS), fieles al Carisma Misionero de nuestra Fundadora Madre Serafina, y presentes en algunos lugares del mundo, estamos también, en Canta – Perú, para hacer realidad al que ella nos recomienda: “Amar y hacer amar al AMOR”

La Provincia de Canta, como todo el Perú, tiene muchas riquezas naturales, culturales, valores morales, tradiciones y costumbres milenarios; es un pueblo respetoso y reverente a sus antepasados y a su historia. Pero también concentra mucha pobreza. La pobreza no implica solamente limitaciones materiales sino todo un conjunto de valores, actitudes y formas de conducta que, estructuradas entre sí, constituyen todo un estilo de vida que orienta a niños y adultos en ambientes privados hasta llegar a comportamientos anti sociales, al alcoholismo y otros vicios.

En nuestros corazones resuena la voz de nuestro Divino Pastor, Jesús, invitándonos a salir a anunciar el Evangelio a todos, llevándolo a todas partes. El centro de nuestra misión Jesús Eucaristía, por eso el lema de Madre Serafina LLEVO LOS MISTERIOS es una provocación del Espíritu a ponernos en la dinámica del dar y recibir, de contemplar y actuar, ponernos en movimiento, salir de nosotras mismas y llegar a todos, especialmente a los niños y jóvenes más desprotegidos y abandonados.
En esta aventura de vivir el Evangelio, el Señor ha querido hacer partícipes de nuestro carisma a muchos jóvenes y laicos con quienes compartimos la identidad y la misión en los múltiples y variados rostros de nuestra Provincia “Jesús Sacramentado”, Argentina.

Desde que era aspirante, cuando oí a la Hna. Rogéria hablar de la misión indígena con tanto amor y entusiasmo, me enamoré. Y como siempre quise ser parte de la misión, juré que cuando fuera posible me postularía para servir a los indígenas Kayapó. Y eso fue lo que sucedió cuando la Hna. Rogéria fue elegida provincial en 2012. Me puse a disposición para esta misión, donde encontré a Jesús en el rostro de los indígenas a quienes elegí amar y servir. Me siento honrada de representar a cada Clarisa Franciscana Misionera del Santísimo Sacramento en esta misión, que no es fácil. Pero Dios me está dando la gracia de ser signo de Su presencia.

Nací en Raposos, Minas Gerais, pero a los 9 años me mudé a Belo Horizonte. Los domingos iba a misa con mi tía en la capilla de las Hermanas del Colegio Santa Gloria. Fue entonces cuando, al ver a las Hermanas, sentí curiosidad por saber más sobre ellas y mi tía me explicó lo que sabía. A los 11 años, fui a estudiar al Instituto São Joaquim (de las Clarisas Franciscanas Misioneras del Santísimo Sacramento), en Conceição do Mato Dentro, y mi deseo de ser Hermana no hizo más que crecer.

La dimensión misionera de la Provincia Madre Serafina de Jesús se realiza en el día a día, a través de la vivencia de los compromisos asumidos con Dios y con la Iglesia “Pueblo de Dios” por cada una de nosotras en nuestras comunidades, donde estamos en misión.
Como mujeres eucarísticas, queremos ser fermento del Evangelio en todo lugar y circunstancia, actualizando el ardor misionero que anima a Madre Serafina desde el inicio del Instituto, buscando siempre dar nuevos pasos en respuesta a las llamadas de la misión.

Entre las muchas experiencias de vida misionera que más me ayudaron a ver al Señor en su encarnación, me gusta recordar una que me remonta a los primeros días después de nuestra llegada a Venezuela.
La parroquia de Playa Grande, con la que colaborábamos en nuestra labor evangelizadora, comprendía muchas realidades, pequeñas iglesias y poblaciones dispersas por un territorio del tamaño de una provincia italiana, por lo que los dos párrocos, aunque animados de un gran espíritu de sacrificio (¡y dos coches a prueba de baches!) no podían llegar a todos los pequeños núcleos donde habían sembrado la Palabra del Evangelio y donde los domingos las pequeñas semillas esperaban los cuidados necesarios para crecer. Nos pidieron que ocupáramos su lugar un domingo en uno de esos centros.