Es cierto que los lugares reflejan el significado que les das, adquieren el valor que deseas que tengan…
P
ero hay algunos que sin duda “hablan” por sí mismos, “cuentan”, “revelan” un misterio oculto que trasciende el significado de las cosas, de las piedras, de los árboles, de las personas, de los sonidos que se oyen.
Tales son los lugares de nuestros orígenes franciscanos: Asís, La Verna, Cortona, Greccio, Fontecolombo…
Si tienes el valor de detener tu frenético correr y detenerte en silencio ante el Misterio que los habita, podrás escuchar interiormente su relato, que todavía habla de la presencia de aquel Dios que hace 800 años hizo vibrar y enamorar el corazón de Francisco de Asís.
Y así nosotras, las Capitulares del XVII Capítulo General, con el recién elegido Consejo General, al final de nuestro Capítulo tuvimos la alegría de volver a los lugares de los orígenes de nuestra espiritualidad franciscana, para detenernos a sentir la gracia que encendió el corazón de Francisco hace tantos años, el secreto escondido de su santidad, en una vida enteramente impregnada de Evangelio y de servicio a los últimos de la historia.
Bebimos en las fuentes mismas del carisma franciscano para reavivar el don recibido, el de nuestra vocación y donación al Señor en espíritu de fraternidad, sencillez y alegría franciscana.
Después de hacer una pausa en la presencia de Dios, con Francisco renovamos una vez más nuestro SÍ a la vida, al Amor gratuito y desinteresado, y ahora con nuevo ímpetu reanudamos nuestro andar por los diversos caminos del mundo, allí donde el Señor nos ha llamado a vivir, amar y servir como Clarisas Franciscanas Misioneras del Santísimo Sacramento.