Nos hemos encontrado en la Sede General en Roma, llegando por distintos caminos, para celebrar en los próximos días, el XVII Capítulo General. Queremos caminar juntas,  escucharnos unas a otras, reconocernos como mujeres que comparten la misma espiritualidad y carisma, pero que necesitan caminar juntas para reorganizar nuestra vida de CFMSS.
El mejor ejercicio para este propósito ha sido peregrinar juntas, una peregrinación que nos introduce en el camino de sencillez, de desprendimiento evangélico y de auténtica búsqueda de la voluntad de Dios. Para ello elegimos la ruta de las cuatro basílicas papales de Roma: la basílica de San Pedro, San Pablo Extramuros, San Juan de Letrán y Santa María Mayor. Peregrinamos en  fraternidad, dedicando tiempo para el crecimiento interior y la contemplación de la belleza artística y cultural.

I

niciamos nuestro andar, en la tumba de san Pedro que se encuentra en las grutas vaticanas, bajo el altar papal de la basílica de San Pedro. En la Capilla  de este lugar participamos de la misa concelebrada por S.E.R. Mons. José Rodríguez Carballo ofm, actual Secretario de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica.
Luego nos dirigimos a la Basílica de San Pablo Extramuros erigida en el siglo IV d.C., lugar de sepultura del apóstol San Pablo. Es la segunda en tamaño después de la de Basílica de San Pedro.

Por la tarde, continuamos nuestra peregrinación por el interior de Roma, llegando a la Archibasílica del Salvador y de los santos Juan Bautista y Juan Evangelista, más conocida como Basílica de San Juan de Letrán. Es la catedral de la diócesis de Roma, por lo tanto lugar donde se encuentra la sede episcopal del obispo de Roma, es decir el Papa Francisco. Por ser la iglesia más antigua del mundo, recibe el título de “Cabeza y Madre” de todas las iglesias.

A continuación seguimos nuestro peregrinar, hacia la Basílica de Santa María Mayor. Es el primer templo cristiano en todo el mundo que fue dedicado a la Virgen, y que su origen se remonta al Concilio de Éfeso en el año 431. Este concilio proclamó que la Virgen podía ser llamada con propiedad “Madre de Dios”, y sobre este tema, la maternidad divina de María, gira toda la iconografía del templo. Aquí rezamos el Santo Rosario en los idiomas del Instituto, teniendo presente a cada hermana en nuestra oración.

Jesús nos impulsa a caminar juntas, en sentido sinodal. Para compartir la alegría de la fraternidad, nos induce a sentarnos juntas a la mesa del Reino, por este motivo necesitamos ponernos en camino. Y este caminar se hará realidad en el Capítulo General. Camino donde se obra el milagro de la escucha  y donde encontramos sentido a nuestra vida consagrada.

“El gran protagonista debe ser el Espíritu
para que el carisma resplandezca
como en el origen del Instituto.
Dejen actuar al Espíritu,
el que renueva la tierra renovará vuestro Instituto,
porque renovará el corazón de cada hermana”.

(Mons. José Rodríguez Carballo ofm a las CFMSS)