A
t ti, Madre,
que deseas la renovación espiritual y apostólica de tus hijos e hijas
en una respuesta de amor y entrega total a Cristo,
dirigimos confiadamente nuestra oración.
Tú que has cumplido la voluntad del Padre,
pronta en la obediencia, valiente en la pobreza, acogedora en la virginidad fecunda,
obtén de tu divino Hijo que quienes han recibido el don de seguirle en la vida consagrada
sepan dar testimonio de él con una existencia transfigurada,
caminando gozosos con todos sus hermanos y hermanas,
hacia la patria celestial y la luz que no conoce ocaso.
(Cf. Vita consecrata 112)