Estamos ante una nueva llamada del Espíritu Santo. Así como san Juan Pablo II, a la luz de la doctrina sobre la Iglesia-comunión, había exhortado a las personas consagradas a “que sean verdaderamente expertas en comunión, y que vivan la respectiva espiritualidad” (Vita consecrata, n. 46), el Papa Francisco, inspirándose en san Francisco, fundador e inspirador de tantos institutos de vida consagrada, ensancha el horizonte y nos invita a ser constructores de fraternidad universal, custodios de la casa común: de la tierra y de toda criatura ( cf. Encíclica Laudato si’).
Soñemos como una única humanidad, como caminantes de la misma carne humana, como hijos de esta misma tierra que nos cobija a todos, cada uno con la riqueza de su fe o de sus convicciones, cada uno con su propia voz, todos hermanos” (FT n. 8). ¡Entonces, en el horizonte de este sueño confiado a nuestras manos, a nuestra pasión, a nuestra perseverancia, el próximo 2 de febrero será también este año una hermosa fiesta en la que alabar y dar gracias al Señor por el don de nuestra vocación y misión!
Lettera CIVCSVA spagnolo