“Yo soy siempre una misión, tú eres siempre una misión…quien ama se pone en movimiento, está fuera de sí mismo, es atraído y atrae, se entrega a los otros y teje relaciones que generan vida. Ninguno es inútil e insignificante para el amor de Dios. Cada uno de nosotros es una misión en el mundo porque es fruto del amor de Dios”. (Papa Francisco, Mensaje para la Jornada Misionera Mundial 2019).

El mes misionero extraordinario es para nosotras una ocasión para redescubrir nuestro carisma eucarístico misionero, es decir, ese don que el Espíritu hizo a la Iglesia y a la humanidad a través de la intuición y la vida de Madre Serafina. De ella se puede decir que ha sido “bautizada y enviada” en cuanto, como escribió, “desde que tengo uso de razón, estuvo congénita en mí la vocación al estado religioso de vida activa y específicamente para las misiones” (Madre Serafina, al Cardenal Svampa, 27.09.1894)¡y de “su sueño” (que era el sueño de Dios) hemos nacido nosotras! Nuestro lema “Llevo los Misterios” nos invita de hecho a ser misioneras donde estamos, en los lugares más pobres, donde ninguno quiere ir, y nos enseña a vivir como Clara, inmersa en el misterio eucarístico con el impulso misionero de Francisco. (Cfr. Documento Misionero, 5)