“Jesucristo que quiso nacer en un establo, morar en una tienda, morir en un duro leño de Cruz, para instituir los Misterios quiso un Cenáculo grande, bello, adornado y se entregó a sí mismo en aquella noche en que uno lo traicionó y otro lo negó… y todos lo abandonaron… ¡oh! Si Pedro hubiera recordado que había recibido a Jesús en su corazón, no lo habría negado: esta es la preparación, el fruto de la Ss. Comunión: RECUERDA A LO LARGO DE LA JORNADA QUE HAS RECIBIDO LOS MISTERIOS. LLEVO LOS MISTERIOS”.

(Circ. n. 4 del 8 de junio 1898)