PROMULGACIÓN DE DECRETOS DE LA CONGREGACIÓN PARA LAS CAUSAS DE LOS SANTOS

H

oy, 19 de diciembre de 2009, el Santo Padre Benedicto XVI ha recibido en audiencia privada a S.E. Mons. Angelo Amato, S.D.B., Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos. Durante la audiencia, el Santo Padre ha autorizado a la Congregación a promulgar los Decretos relativos a:

[…]

– las virtudes heroicas del Siervo de Dios Pío XII (Eugenio Pacelli), Sumo Pontífice; nacido en Roma el 2 de marzo de 1876 y fallecido en Castelgandolfo el 9 de octubre de 1958;

– las virtudes heroicas del Siervo de Dios Juan Pablo II (Carlos Wojtyła), Sumo Pontífice; nacido el 18 de mayo de 1920 en Wadowice (Polonia) y fallecido en Roma el 2 de abril de 2005;

– las virtudes heroicas de la Sierva de Dios Maria Chiara Serafina di Gesù Farolfi (nacida Francesca), Fundadora de las Clarisas Franciscanas Misioneras del Santísimo Sacramento; nacida el 7 de octubre de 1853 en Tossignano (Italia) y fallecida el 18 de junio de 1917 en Badia di Bertinoro (Italia).

[…]

Más información

Id, iluminad, llevad a todos el amor de Jesús en la Eucaristía. Santificaos vosotros, luego los demás, usad siempre una gran caridad”.  (A H.ma Imelde, b. doc.4; s.doc.4.foll.62-68)

E

l testamento espiritual de la Sierva de Dios Maria Chiara Serafina di Gesù (nacida Francesca Farolfi), recogido en sus últimas palabras, expresa admirablemente el anhelo contemplativo y el ardor misionero que quiso dejar como preciosa herencia a la nueva familia religiosa nacida de su corazón e injertada en el floreciente árbol franciscano.

La Sierva de Dios nació en Tossignano d’Imola (Bolonia) el 7 de octubre de 1853, tercera de nueve hermanos. Fue regenerada en la sagrada pila al día siguiente, con los nombres de Francesca, Angela, Giustina, Brigida. El 18 de abril de 1861 recibió la Confirmación y dos años más tarde fue admitida a la Primera Comunión. Educada en una familia profundamente cristiana, desde muy joven se adhirió con entusiasmo a los valores de la fe y, en particular, cultivó una intensa vida eucarística, asistiendo a la Santa Misa todas las mañanas.

De día en día crecía su fervor, hasta el punto de que el espíritu misionero que brillaría en ella como Fundadora se manifestaba ya a la edad de nueve años, cuando con planes infantiles pensaba en un “vuelo para las misiones”. Ella misma lo atestigua, escribiendo en sus memorias estas palabras: “Desde el uso de razón fue congénita en mí la vocación al estado religioso de vida activa; desde entonces el deseo de ser útil a la juventud y de trabajar por las misiones ocupó todo mi corazón”.

Precisamente para realizar este vivo deseo de comprometerse con el mundo juvenil, la Sierva de Dios obtuvo el diploma de maestra, para poder trabajar activamente en el apostolado escolar y, al mismo tiempo, superando algunos obstáculos planteados por su familia, ingresó en las Hermanas Terciarias Franciscanas de Santa Elisabetta de Forlì, que dirigían un internado para colegialas.

En 1874 fue admitida al noviciado y el 28 de octubre de 1875 hizo su profesión religiosa, tomando el nombre de Hermana Serafina del Corazón Apasionado de Jesús. La Sierva de Dios, a quien pronto se confió la dirección del colegio, supo compaginar el ritmo de la vida religiosa con la responsabilidad del trabajo, en el que pronto manifestó singulares dotes como maestra, desempeñando un papel cualificador para aquella institución educativa.

Pero, debido también a los numerosos compromisos laborales, así como al clima desfavorable y a la austeridad de la vida en el monasterio, su salud se debilitó: la hermana Serafina contrajo una forma grave de tifus, enfermedad de la que se libró milagrosamente en 1878 por intercesión del Papa Pío IX, recientemente fallecido. Otras enfermedades, sin embargo, minaron su salud en los años siguientes.

La obra educativa impulsada por el Siervo de Dios en favor de los estudiantes se amplió gradualmente, con la apertura de otros colegios: en 1881 en Palagano y en 1891 en Bagno di Romagna. Sin embargo, surgieron desagradables malentendidos en el seno de la fraternidad materna y sospechas generalizadas en ambientes hostiles a la Iglesia, que pusieron en peligro la existencia misma del internado de Forlì. Para salvar la obra, en julio de 1893 hermana Serafina se trasladó con ocho compañeras y las alumnas a la abadía de Santa Maria d’Urano en Bertinoro (FO), un lugar más sano y acogedor. Pero el tiempo de prueba no había terminado.

El Señor dispuso que la nueva vida educativa apostólica emprendida por su sierva y sus compañeras se purificara aún más. Mientras persistía la incomprensión humana, durante un tiempo que ella describió como “un martirio que duró veinte años”, hermana Serafina no renunció a su firme esperanza, sino que, valiéndose de los consejos de muchas personas espiritualmente maduras, buscó apasionadamente la voluntad divina, permaneciendo constantemente fiel a ella. Con espíritu de humildad y gratitud, la Sierva de Dios rezaba por sus denigradores, guardaba silencio, estudiaba todas las circunstancias para expresar su amor y hacer el bien a todos.

El 1 de mayo de 1898, bajo la mirada de la Santísima Virgen María “Madre del Amor Hermoso”, la Hermana Serafina, sus ocho compañeras y cinco novicias profesaron la Regla de Santa Clara de Asís en manos del Obispo de Bertinoro. Aquel día marcó el nacimiento de las Clarisas Franciscanas Misioneras del Santísimo Sacramento, que asumieron la tarea de continuar, bajo la guía de Santa Clara, la misión de María Santísima: predicar con la vida a Jesús en la Eucaristía y llevar a Cristo al mundo, haciendo resonar su nombre en todos los rincones de la tierra, incluso en aquellas tierras lejanas donde otros no aceptarían ir.

Fatigada en el cuerpo pero fortalecida en el espíritu, la Sierva de Dios, rodeada por la veneración de sus hijas, cerró su vida terrena en la Abadía de Bertinoro al amanecer del 18 de junio de 1917. En virtud de su amplia fama de santidad, se celebró un Proceso Ordinario del 1 de mayo de 1968 al 23 de agosto de 1970 en la diócesis de Bertinoro, cuya validez jurídica fue reconocida por la Congregación para las Causas de los Santos el 23 de junio de 1995.

Una vez preparada la Positio, el 24 de febrero de 1998 se celebró el Congreso de los Consultores Historiadores; entonces se discutió, según el procedimiento habitual, si el Siervo de Dios había ejercido las virtudes en grado heroico. Con resultado positivo, el 15 de junio de 2007 se celebró el Congreso Peculiar de Consultores Teólogos. Los Padres Cardenales y Obispos en la Sesión Ordinaria del 28 de octubre de 2008, habiendo escuchado el informe del Pontífice de la Causa, Su Exc. Mons. Pietro Giacomo De Nicolò, Arzobispo Titular de Martana, reconocieron que el Siervo de Dios había ejercido las virtudes teologales, cardinales y afines en grado heroico. Después de haber presentado un informe preciso de todas estas etapas al Sumo Pontífice Benedicto XVI por parte del infrascrito Arzobispo Prefecto, el Santo Padre mismo, aceptando y ratificando los votos de la Congregación para las Causas de los Santos, ha declarado hoy:

Las virtudes teologales de Fe, Esperanza y Caridad para con Dios y el prójimo, así como las virtudes cardinales de Prudencia, Justicia, Fortaleza y Templanza, y las anejas a ellas, en grado heroico, de la Sierva de Dios María Chiara Serafina de Jesús (nacida Francesca Farolfi) Fundadora de las Clarisas Franciscanas Misioneras del Santísimo Sacramento, son conocidas para el caso y efecto de que se trata. El Beatísimo Padre ha ordenado que este Decreto se haga público y se transcriba en las Actas de la Congregación para las Causas de los Santos.

Dado en Roma, a 19 de diciembre del año del Señor 2009

+ Angelo Amato Arzobispo titular de Sila, Prefecto
+ Michele di Ruberto Arzobispo titular de Biccari, Secretario